Papá Noel, el niñito Jesús, un árbol cargado de adornos, pan dulce, regalos, ángeles y campanas… La navidad es una época clave del año, donde confluyen tradiciones, costumbres, creencias y decisiones de consumo. Una mezcla un poco extraña que, de alguna manera, funciona. Lo que a veces no sabemos es por qué hay un árbol o de dónde proviene la historia de Papá Noel. Las celebraciones son muchas alrededor del planeta, con asombrosas similitudes y marcadas diferencias.
Repetimos año a año un ritual que muchas veces no entendemos, ya sea porque nos gusta, porque la familia nos empuja a hacerlo, o porque somos animales de costumbres.
La realidad es que la Navidad no tiene una única historia o un origen perfectamente claro. Sería muy extenso desarrollarlo aquí, pero si les interesa, pueden buscar “origen de la navidad” y van a encontrar muchísima información, desde fiestas paganas y una cabra que trae regalos, hasta la recalendarización del nacimiento de Cristo y la campaña publicitaria de una famosa bebida cola.
¿A dónde queremos llegar con esto? Por un lado, analizar y replantear lo que hacemos en modo automático, ya sea para deconstruirlo y reconstruirlo, ya sea para seguir celebrando de la misma forma, pero con plena consciencia. Por otro lado, poder entender que la Navidad no sólo cambia de país en país, sino de casa en casa. Quizás a casa viene Papá Noel, mientras que la vecina de enfrente les dice a sus hijos que es una fantasía. Y el vecino de al lado ni siquiera festeja.
Con el tiempo, fueron cambiando las composiciones familiares, las creencias religiosas, incluso la perspectiva acerca de la historia de Papá Noel.
Pero hay un espíritu, una sensación en el aire, algo que nos une y nos hermana más allá de lo que piensa cada persona que ocupa cada silla de la mesa en Nochebuena. Hay ciertos valores, como la paz, el amor, la unión con los seres queridos, que, más allá de ser un cliché para la tarjeta empresarial, sería hermoso poder ponerlos en relieve, transmitirlos a las nuevas generaciones, colocar el respeto por encima de la decoración del arbolito.
En primer lugar, aceptemos que cada quien festeja (o no festeja) como quiere, sin tildar de amargado o aguafiestas al que quiere pasarla solo o irse de viaje para esa fecha. Respetar a quienes eligen que Papá Noel sea una realidad, y a quienes eligen que sea sólo un cuento, como Caperucita o Blancanieves. Entender que hoy en día cada vez más personas eligen comer saludable, incluso vegetariano, y poder compartir una mesa que nos incluya a todos, con nuestros gustos y nuestras diferencias. Integrar el budín con dulce de leche y el budín vegano.
En segundo lugar, seamos ejemplo de los valores que queremos transmitir en estas fiestas. Hablar mal de los parientes, amenazar a los hijos para que salgan sonrientes en la foto, reventar la tarjeta de crédito… son algunos de los lugares comunes de la Navidad de los que quizás no nos sintamos tan orgullosos
Podemos llenarnos la boca hablando del amor al prójimo, pero recordemos que los peques observan y reflejan lo que hacemos, mucho más de lo que decimos.
Como último punto, nos gustaría hacer un pequeño paréntesis con el tema de la fantasía navideña. Como mencionamos anteriormente, cada familia es un mundo y elige como vivir esta historia de Papá Noel. A su vez, estamos insertos en una sociedad, rodeados de otras familias, niños, niñas, la comunidad del jardín o de la escuela… y la información va circulando, hay distintas perspectivas de la celebración que se van complementando o, muchas veces, confrontando. Buscamos incesantemente la respuesta correcta, por miedo a traumar con una mentira o a privar de una experiencia enriquecedora. Y esta respuesta correcta no existe (o sí, pero no la tenemos ), así que sólo nos queda relajarnos un poco, confiar en nuestro instinto, seguir al niño o niña con los planteos que vayan surgiendo y, fundamental, estar dispuestos a afrontar las consecuencias de lo que decimos o no decimos.
Resumiendo un poco todo lo anterior…
Para revalorizar la navidad…
Decidamos qué tradiciones queremos mantener y cuáles queremos cambiar.
Inculquemos el respeto por las distintas tradiciones, culturas y composiciones familiares.
Pensemos de antemano qué situaciones tensas podríamos encontrar y cómo evitarlas.
Generemos espacios de diálogo y encuentro con la familia, a pesar de nuestras diferencias.
Inspiremos la generosidad, el dar y el compartir.
Seamos ejemplo de aquellos valores que queremos transmitir.
Sigamos a los niños y niñas, observemos lo que realmente necesitan y les hace felices, en lugar de intentar compensar lo que nos hubiera gustado tener en nuestra propia infancia.
Pronto compartiremos con ustedes algunas lindas ideas para disfrutar la Navidad y sus tradiciones, con un saldo positivo de diversión y aprendizaje. También tenemos preparada una receta saludable para cocinar en familia, y un cuento muy especial sobre el sentido de la navidad. Estén atentos a nuestro blog y redes… ¡y disfrutemos juntos unas fiestas más auténticas y felices!